La mafia rusa cobraba a otras bandas por dejarles actuar en la Comunitat
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El jefe del grupo criminal escapó de la redada por la falta de colaboración de la justicia griega
17.03.10 - 01:13 -
MATEO BALÍN/J. MARTÍNEZ | MADRID/VALENCIA.
ALFREDO PÉREZ RUBALCABA MINISTRO DEL INTERIOR
«España es el país que más operaciones ha realizado este año contra el crimen organizado»
ANTONIO SALINAS CASADOFISCAL JEFE ANTICORRUPCIÓN
«No ha existido la colaboración necesaria de la policía griega para detener al jefe mafioso»
Crimen organizado y con territorio compartido. La mafia rusogeorgiana desarticulada en Europa también se dedicaba a cobrar un impuesto a otras redes delictivas de menor rango a cambio de permitirles actuar en
La operación policial coordinada por el juez Fernando Grande-Marlaska ha descubierto un entramado de beneficios económicos con los que la organización criminal pagaba sobornos, abogados o fianzas a sus integrantes.
En tan sólo dos horas, entre las seis y las ocho de la madrugada del lunes, autoridades judiciales y policiales de seis países europeos lograron cumplir buena parte de los objetivos de la operación Java contra la mafia rusogeorgiana. Sin embargo, dejaron un importante cabo suelto: la detención de su jefe, Lasha Shushanasvili, que se escapó de la redada que ha permitido la detención hasta el momento de 80 de sus miembros, cuatro de ellos en Valencia, Cullera y Gandia.
El cabecilla se encontraba de paso en un hotel de Grecia y tras conocer el golpe policial puso pies en polvorosa. Las autoridades españolas, que han coordinado el operativo en todo el continente, afirmaron que la falta de cooperación de la justicia griega pudo facilitar su huida. No obstante,
Lasha Shushanasvili y su hermano pequeño Kakhaber, detenido por los Mossos d'Esquadra en Barcelona, comandaban este clan mafioso que había extendido sus tentáculos por toda Europa a base de robos en joyerías de lujo, extorsión, falsificación de tarjetas de crédito y posiblemente tráfico de drogas y armas. La imputación final podría incluir también el delito de conspiración para el asesinato.
La organización delictiva había creado un complejo sistema de financiación basado en las denominadas cajas comunes, que se asemeja a la estructura de las muñecas 'matrioskas'. Esto es, había cajas locales, nacionales y europeas controladas por responsables de cada área y, en último término, una caja mundial ubicada en Georgia, que manejaba el 'zar' mafioso huido, Lasha Shushanasvili. El grupo criminal tenía su centro operativo europeo en Barcelona, desde donde Kakhaber ordenaba actuar a sus hombres y recogía los beneficios.
Además de España, la red había extendido sus tentáculos en Austria, Alemania, Suiza, Italia, Francia, Irlanda, Holanda y Turquía, donde robaban coches, ordenadores o joyas, sobre todo, y blanqueaban parte de las ganancias en la adquisición de vehículos de lujo, restaurantes, joyerías, empresas de paquetería o contratando a abogados.
Los investigadores creen que tres tiendas de joyas de Gandia, Cullera y Barcelona podían recibir parte de los metales preciosos que robaba la banda. Una vez que fundían el oro, el dinero que obtenían lo enviaban a Georgia, bien mediante transferencias o a través de correos humanos.
Según fuentes de la investigación, el clan de Shushanasvili tenía previsto trasladar la caja europea de Barcelona a Bilbao y nombrar un nuevo contable, que podría ser G. K., de 30 años, detenido por
Como ya informó ayer este periódico, G. K. y su pareja fueron trasladados el lunes a un segundo domicilio que tenían en Valencia, concretamente en el número 18 de la calle Luis Bolinches Compañ, detrás del centro comercial Aqua.
Fuertemente escoltados por una decena de policías, los presuntos mafiosos fueron conducidos a su lujosa vivienda. Allí, agentes de paisano registraron de forma minuciosa durante varias horas todas las habitaciones ante la atenta mirada de un secretario judicial y el abogado de la pareja. Otro de los presuntos miembros del grupo mafioso fue arrestado en la madrugada del martes en una vivienda de la calle Profesor Ángel Lacalle en el barrio de San Isidro.
Los integrantes de la red eran cuidadosamente seleccionados y debían respetar la ley del silencio común entre las organizaciones mafiosas. Entre las reglas del grupo figuraban andar siempre bien vestido y utilizar en la medida de lo posible el transporte público para minimizar el riesgo de ser controlados por la policía.
Por otra parte, a última hora de ayer el juez de
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