Una víctima de un cura pederasta: “Le he perdonado, es un enfermo"

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Una víctima de un cura pederasta: “Le he perdonado, es un enfermo"
“A quien hay que culpar es a los obispos, a los cardenales, al Papa, que sabían lo que ocurría y no hicieron nada”
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Los testimonios recogidos por
El Papa encubrió al padre Murphy
La semana pasada, The New York Times sacó a la luz documentación probatoria de que el entonces cardenal Joseph Ratzinger fue informado en 1996 de las 200 agresiones sexuales cometidas por el padre Murphy a niños sordos en el Saint John, un conocido colegio especializado en problemas auditivos. Budzinski era uno de esos niños que hace cuatro décadas fue violado reiteradamente por el sacerdote encubierto por el Vaticano. Pero mientras Murphy murió tranquilamente y siguió trabajando rodeado de niños hasta 1998, su víctima no puede permanecer en un lavabo público en el que hay un niño. Si alguno aparece, se marcha, relata.
Sin afecto filial
Este hombre nunca ha dado un beso o un abrazo a su hija Gigi, de 26 años, quien a su vez dice sentir asco al ver una escena afectuosa y filial. Budzinski ha denunciado los abusos del padre Murphy, aunque no deja de lamentar que muriera “libre, sin castigo”. Tarcisio Bertone, número dos de Ratzinger en su etapa frente a
Contra la jerarquía
“Los curas paidófilos estaban enfermos. Creo que a quienes hay que culpar es a los obispos, los cardenales, al Papa, que sabían lo que ocurría y no hicieron nada, para mantener el bueno nombre de
Testimonio de perdón
Mark Salmon, otra víctima de abusos, de la escuela Saint John de Milwaukee, tiene 56 años y es asesor financiero. Su agresor no fue Murphy, sino otro cura con la misma enfermedad, Gary Kazmarek. Demasiadas coincidencias: Kazmarek “siguió violando a niños durante tres décadas”, lamenta este ateo confeso. En 1983, relata, fue detenido y estuvo preso hasta 1987. Sin embargo, en 2002 volvió a ser denunciado por sus delitos en una escuela de Kentucky. “Para ser honesto, le he perdonado, es un enfermo. Es la institución que le permitió hacerlo durante treinta años la que me molesta. Si
Los padres y la culpa
Salmon asegura que lo que más lamente es el sufrimiento de sus progenitores, que han vivido durante años atormentados por la culpa. Como John y Lynn Pilmaier, padres de una víctima que sólo supieron hace tres años el caso de su hijo, violado en la escuela primaria de Saint John Vianney, a las afueras de Milwaukee. Su vástago, John, ronda la cuarentena y sufrió abusos del padre David Hanser. “Cuando John fue a informar a la archidiócesis, era la decimoséptima persona en denunciar que Hanser le había agredido. Hanser nunca ha sido procesado, vive en una casa junto al lago, aunque le apartaron, ya no es cura”, explica Lynn Pilmaier. Evidentemente, la fe de estos hasta hace poco católicos devoto languidece. “No sé ni siquiera si creo en Dios. Ya no puedo rezar”, confiesa Lynn.
Indemnizaciones millonarias
Los escándalos de pederastia han costado a la diócesis de Milwaukee (EEUU) 28 millones en indemnizaciones, refiere Associated Press. Pero las víctimas no quieren sólo dinero. Quieren justicia y exigen a la jerarquía católica que deje de encubrir sistemáticamente unos crímenes que tenían que haber sido juzgados en tribunales civiles. Solicitan, además, que se hagan públicos los documentos eclesiásticos qué muestran cuándo, cómo y dónde ocurrieron las atrocidades, muchísimas de ellas prescritas.
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