Un rosario de abusos
Un rosario de abusos
TEÓLOGOS Y RELIGIOSOS VASCOS CONDENAN
C. LAGO / A. RODRÍGUEZ - Domingo, 21 de Marzo de 2010 - Actualizado a las 08:29h.
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BILBAO
EL rosario de abusos a menores por parte del clero ha dejado caer una de sus cuentas en Euskadi. Ahora el cordón está suelto y muchos temen que se deslicen más. Expectantes, reconocidos teólogos y religiosos condenan enérgicamente estos hechos y ponen sobre la mesa de debate la revisión del celibato.
"La noticia de esta semana es sólo una ola del tsunami de abusos que creo está por llegar a Euskadi". Con estas catastrofistas palabras, José Ignacio Calleja, profesor de Moral Social Cristiana en
A su juicio, lo peor es la existencia de una amplia trastienda de consentidores. "Hay que ser justo, pero severo y la verdad es que mucha gente ha llegado muy arriba ocultando eso", asegura. Considera que va a costar mucho reponerse de un escándalo que el Vaticano ha cifrado en 3.000 casos sobre 400.000 eclesiásticos en todo el mundo. "Con estos datos no se pueden hacer interpretaciones blandas o alambicadas del asunto", sentencia. Sin embargo, este sacerdote que imparte catequesis en Gasteiz confirma que "de cerca no he detectado nunca ningún comportamiento inmoral en
Aboga por una intervención rigurosa ya que, a su juicio, muchos de los que han hecho carrera eclesial han tapado o mirado hacia otro lado. Señala así directamente al primado irlandés, el cardenal Sean Brady, que se ha negado a dimitir a pesar de ser sacerdote y maestro en Kilmore cuando, en 1975, sus superiores le encargaron que entrevistara a un niño y a una niña, víctimas de los abusos del padre Brendan Smyth. Calleja alude también al escándalo que ha salpicado al hermano de Benedicto XVI, Georg Ratzinger, en la época en la que dirigía el coro de la catedral de Ratisbona. En este sentido, resalta la tibieza en abordar el escándalo por parte de la jerarquía y pone sobre la mesa el hecho de que en el Derecho Canónico este delito prescriba a los diez años.
Tampoco le vale otro socorrido argumento como el del celibato. "Eso es simplificar la cuestión, lo que es necesario es discutir cómo se aborda la sexualidad de las personas consagradas a
Las condenas son unánimes y Rafael Aguirre, catedrático de Teología de
El teólogo José María Castillo, a quien Ratzinger retiró el plácet de la jerarquía como catedrático de Teología en Granada por sus opiniones, abunda en la misma idea. Asegura que "la única religión que queda en el mundo exigiendo a sus ministros la obligación de renunciar al matrimonio es la católica. Además, también es la única religión que se ve en la penosa situación de soportar tantas denuncias de curas que cometen abusos. No puede ser mera coincidencia", concluía.
Julio Pérez Pinillos, un cura obrero de Vallecas, que admite conocer casos de curas heterosexuales que mantienen relaciones consentidas con adultos, considera que "tenemos una jerarquía endogámica sin contacto con sus bases y la sociedad no entiende qué intereses hay para no sacar a la luz casos que todo el mundo conoce".
Pérez Pinillos -que está casado- afirma que "el celibato cierra el camino normal de vivir la sexualidad y
EXCUSAS Y SILENCIO Las excusas de quienes mantienen los labios sellados han sido variadas. Primero no querían pronunciarse porque los casos de pederastia salpicaban lejos, en Irlanda o Alemania, y ahora que se ha destapado uno en Euskadi tampoco parecen tener nada que decir. Mientras el Obispado de Bilbao guarda silencio e insta a los medios a llamar a
Más apegados a los feligreses de a pie, otros miembros de
La reprobación del agresor deja paso a la solidaridad. "A las personas que han sido abusadas, que pueden ser niños, adolescentes o jovencitos, les queda un lastre, una carga para el día de mañana psicológica y moralmente, que es algo terrible. Eso no se arregla con pagarles tanto dinero, eso tiene unas consecuencias gravísimas, con lo cual me deja una pena horrorosa", confiesa Garitaonandia. Sin temor a decir lo que piensa, este popular sacerdote no rehuye explicar por qué a veces las altas instancias optan por el silencio. "Por una parte, puede ser que os tengan miedo a los periodistas, que a veces tergiversáis nuestras palabras, y por otra, no quieren mojarse", comenta.
En algunas ocasiones la omisión se antoja encubrimiento. De hecho, han trascendido casos en los que, al parecer, los superiores jerárquicos optaban por trasladar de destino a los presuntos pederastas en vez de denunciarlos. "Puede que en algún tiempo algún obispo, con la mejor voluntad, haya creído que echándole una mano y poniéndolo en otro cargo, sin tratar con niños, la cosa se iba a arreglar, pero como esta inclinación sigue, eso ya no se puede borrar, porque estos son delitos no sólo religiosos y morales, sino de tipo civil", subraya el rector de Begoña, quien considera que "hoy en día difícilmente se puede actuar tapando, por todas las consecuencias gravísimas que recaen en esos jovencitos y en las familias que han sufrido".
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