Mató a su padre en un rito satánico pero está libre y estudia en la UBA

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Mató a su padre en un rito satánico pero está libre y estudia en la UBA

Foto internet. Una de las hermanas Vázquez junto a su padre.

Se trata de las hermanas que en el año 2000 mataron a su padre en el marco de un rito de purificación satánica en un departamento del barrio porteño de Saavedra. Si bien ambas fueron internadas en un neuropsiquiátrico, una fue absuelta por falta de mérito, y la otra fue dada de alta a pesar de su estado de esquizofrenia y hoy estudia en la UBA.

16:31 : La menor de las hermanas Vázquez que hace 10 años fue detenida en el barrio porteño de Saavedra en medio de un ritual de purificación satánico en el que asesinó a su padre de 100 puñaladas, fue dada de alta del neuropsiquiátrico hace 7 años pese a que había sido declarada una enferma esquizofrénica peligrosa.

Fuentes del Servicio Penitenciario Federal (SPF) confirmaron a Télam que Silvina Vázquez, actualmente de 31 años, fue dada de alta el 18 de julio de 2003 de la Unidad 27 neuropsiquiátrica que funciona en el Hospital Moyano porteño, por orden del Juzgado Nacional de Ejecución Penal número 3 de Capital Federal.

Pese al hermetismo judicial en torno al caso, fuentes vinculadas a la causa además informaron a esta agencia que, al ser dada de alta, Silvina retomó sus estudios en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, donde habría conseguido un título, y que actualmente vive con una curadora en una residencia privada.

El caso de su hermana mayor, Gabriela, hoy de 39 años, es distinto. Sólo estuvo en el Hospital Moyano seis meses y si bien en su momento también fue declarada inimputable, la Justicia la sobreseyó no por ese motivo sino porque no había pruebas para atribuirle una participación en el apuñalamiento de su padre.

El caso de las hermanas Vázquez es uno de los más emblemáticos de las páginas policiales argentinas, y si bien se lo relacionó con un "crimen satánico", la Justicia concluyó que fue el corolario de un estado psicótico de todo el grupo familiar que creía que el diablo estaba presente en esa casa y particularmente en el cuerpo del padre, Juan Carlos Vázquez, viudo, ferretero y de 50 años.

El 27 de marzo de 2000, los vecinos del loft ubicado en la calle Manuel Pedraza 5873, de Saavedra, donde habitaban los Vázquez llamaron a la policía para quejarse de una serie de gritos, cantos y rezos que surgían del lugar.

Un patrullero de la comisaría 49 llegó a la casa y cuando los dos policías se asomaron por la ventana del comedor para ver qué sucedía, se encontraron con una escena dantesca.

Los efectivos tardaron, pero lograron romper la puerta de reja y vidrio y entraron a la planta baja del departamento, donde yacía en el piso, desnudo, el cadáver del padre sobre un charco de sangre y su hija menor, también sin ropas, gritando con voz ronca y apuñalándolo con un cuchillo tramontina.

La hija mayor observaba todo desde el pie de la escalera, vestida sólo con una remera bañada en sangre y con el rostro con algunas heridas cortantes.

"Váyanse, esto no es real", "sal Satanás" y "mamita, mamita, ahora papito se va a volver bueno", fueron algunas de las frases que los policías alcanzaron a escuchar de boca de Silvina.

Por el grado de delirio que padecía, se necesitó la fuerza de los dos uniformados para poder quitarle el cuchillo y reducirla.

La autopsia de Vázquez fue practicada por el más prestigioso médico forense del país, Osvaldo Raffo, quien determinó que el ferretero había recibido alrededor de 100 puñaladas, la mayoría de ellas agrupadas en la cabeza y el cuello y que la herida mortal era un puntazo en la arteria carótida.

En el abdomen, Vázquez tenía dibujado con cuchillo un círculo que contenía un triángulo y faltaban pedazos de carne de su mejilla izquierda que pudieron haber sido quitados a mordiscones por lo que vieron los policías.

A partir del análisis de la escena del crimen y los testimonios de los vecinos, se pudo determinar que la familia había iniciado un ritual de purificación de la casa desde el jueves anterior.

Los tres habían dormido en un mismo cuarto, todos los espejos estaban rotos porque allí veían al demonio, había excrementos en el piso y la casa estaba repleta de velas, frascos, imágenes religiosas y cuadernillos con un ritual de "purificación" del Centro Alquímico Transmutar, donde Silvina y Gabriela tomaron algunos cursos.

El fiscal de Saavedra José María Campagnoli y el juez de instrucción Julio Corvalán de la Colina investigaron al director de dicho centro, Sergio Etcheverry, pero nunca llegaron a imputarlo porque se determinó que sus cursos no fueron lo que motivaron el parricidio.

Incluso, Etcheverry sigue dando cursos religiosos en el mismo lugar donde funcionaba Transmutar, un local ubicado en avenida Córdoba 1590, como director del "Centro de Estudios en Ciencias Sagradas Arcángel Rafael", según revela la pagina web del lugar (www.arcangelrafael.com.ar).

La junta médica del Cuerpo Médico Forense que evaluó a las hermanas Vázquez llegó a la conclusión de que ambas eran inimputables, es decir, que aquel 27 de marzo de 2000 no comprendieron la criminalidad de sus actos ni pudieron dirigir sus acciones.

En un dictamen unánime, los psiquiatras Lucio Bellomo, Lidia Cortecci y Martín Abarrategui y las psicólogas María Casiglia y Ana María Cabanillas, determinaron que en el caso de Gabriela, padecía un "síndrome pseudoesquizoide con intervalos semilúcidos", pero el cuadro de Silvina era más grave ya que le diagnosticaron una esquizofrenia, una enfermedad psicótica de difícil curación, que la hacía peligrosa para sí y para terceros.

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