Denuncias de abusos de menores remecen la Iglesia en toda Europa
Denuncias de abusos de menores remecen la Iglesia en toda Europa
DUBLIN — Suele comenzar con una voz solitaria, pero puede convertirse en la exigencia de toda una nación de que se sepa la verdad. Desde Irlanda a Alemania, las numerosas víctimas europeas de abuso sexual de menores en
Irlanda fue el primer país europeo donde se enfrentó la práctica de la iglesia en todo el mundo de proteger a los sacerdotes pederastas ante la ley y el escarnio. Ahora otros países del continente están lidiando con el legado de abusos de niños. El escándalo es especialmente doloroso en Alemania, la tierra natal del papaBenedicto XVI.
Con las nuevas denuncias en Holanda, Austria e Italia, los analistas y clérigos se preguntan hasta dónde llega el escándalo, será el próximo país en sumarse y si habrá una ola de demandas judiciales que obligue a las diócesis a declararse en quiebra como sucedió en Estados Unidos.
“Uno tiene que suponer que el ocultamiento de abusos existe en todas partes, de una u otra manera. Mañana podría aparecer un nuevo caso en un nuevo país”, dijo David Quinn, director del instituto cristiano de investigaciones Iona en Irlanda.
Quinn señaló que en Irlanda los relatos de abusos sexuales, físicos y psicológicos se escucharon en privado durante décadas, pero sólo se hicieron públicos a mediados de los 90 cuando el ex monaguillo Andrew Madden y Christine Buckley, que vivió en un orfanato, presentaron demandas y contaron los tormentos que sufrieron a manos de sacerdotes y monjas.
Las denuncias en Irlanda, un país de cuatro millones de personas, ya son más de 15.000. Tres investigaciones del gobierno conmocionaron y repugnaron a la nación. El estado pagó la mayor parte de las compensaciones legales de cerca de 1.500 millones de dólares.
“En gran parte, se trata de cuándo la primera víctima se arma de coraje para presentarse en público”, dijo Quinn. “Parece que hace falta ese disparador, esa voz solitaria que dice lo que muchos han mantenido en silencio por tanto tiempo. Eso es lo que está sucediendo en Alemania y ahora podría ocurrir en España, Polonia, en cualquier lugar”.
En enero, una escuela jesuita de Berlín declaró que sabía de siete casos de abuso de niños ocurridos allí y designó a una investigadora para buscar testimonios de víctimas. En pocas semanas, encontró a más de 100 ex alumnos que dijeron haber sufrido abusos de los jesuitas y a sesenta más que acusaron a párrocos.
“Siempre pensé que en algún momento la ola nos alcanzaría”, dijo Petra Dorsch-Jungsberger, comentarista alemana sobre temas católicos. Afirmó que la gran cobertura de los medios alemanes sobre el escándalo en Irlanda pudo haber motivado las averiguaciones.
“Una vez que la puerta se abrió, muchos otros se sintieron capaces de dar un paso adelante y decir: ‘Esto también nos pasó a nosotros”’, dijo.
En las últimas semanas, nuevas denuncias de abuso se han conocido casi a diario en Alemania y llegaron a la tierra del papa, Baviera, y al coro de niños de Regensburgo dirigido por el hermano del pontífice. Benedicto XVI, entonces Joseph Ratzinger, fue arzobispo de Munich entre 1977 y 1982 y ahora hay cuestionamientos sobre qué papel cumplió en la transferencia a nuevas parroquias de curas pederastas que no fueron denunciados ante las autoridades.
En Holanda, Bert Smeets, un ex alumno de un internado católico de 58 años, encabeza una campaña en busca de castigo a los culpables de abusos. Creó la organización de víctimas Mea Culpa, que recogió testimonios de cientos de víctimas y evalúa presentar una demanda colectiva contra la iglesia holandesa.
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