Margot Kässmann: "Los alemanes están hartos de guerra"

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Margot Kässmann: "Los alemanes están hartos de guerra"

"Lo peor fue que me acusaran de abandonar a nuestros soldados" | "Que Alemania se contenga en su juicio sobre lo que pasa en Palestina es legítimo, histórica y moralmente"

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RAFAEL POCH | Hannover. Corresponsal | 25/02/2010 | Actualizada a las 00:01h | Internacional

La obispa Margöt Kässmann me abre en persona la puerta de su austero despacho en Hannover, sin secretarios ni parafernalia. Austeridad, frugalidad y funcionalidad rodean a esta mujer de 51 años, madre de cuatro hijas y divorciada de un pastor, que fue elegida en octubre jefa de la Iglesia Protestante Alemana, con veinticinco millones de seguidores. Sólo ha durado 121 días en su cargo. Ha dimitido, pero ha dejado una huella profunda.

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Es una persona dinámica y vital que aun conserva cierta áurea juvenil. Su último libro, que el año que viene se editará en España, se titula En la mitad de la vida. En Alemania está siendo un best seller y se dirige a mujeres cincuentonas. Humano, femenino y sin pretensiones, el libro refleja muy bien la personalidad de Kässmann, directa, activa y valiente. La ex obispa, que ha dimitido de todos sus cargos para volver a ser una simple pastora de parroquia, es una persona que dice lo que piensa en materia de guerra, crisis financiera o cuestiones sociales, sin morderse la lengua, lo que le valió no pocos problemas.

Cuando en su sermón de año nuevo calificó de "inmoral e injustificable" la guerra de Afganistán y dijo que, "es evidente que las armas no están llevando la paz" y que, "todas las estrategias no han hecho más que ocultar el hecho de que utilizan las armas y que hasta se mata a civiles", desencadenó una tormenta política. Cometió el delito de salirse de una disciplinada y conformista fila de políticos y medios de comunicación, que habían quedado fuera de juego cuando un ataque aéreo ordenado por el ejército alemán en la provincia afgana de Kunduz mató, el 4 de septiembre, a más de un centenar de civiles, evidenciando la verdadera naturaleza de una presencia militar que se pretendía "reconstructora y humanitaria". Las mentiras y subterfugios con las que el gobierno alemán intentó camuflar aquel asunto, desembocaron en la dimisión de quien entonces era ministro de defensa, de su viceministro y del jefe del Estado Mayor del ejército.

Abriendo la caja de los truenos
A la jefa de la Iglesia Protestante Alemana, las críticas le llovieron por todos los lados Los políticos que apoyan la guerra, se asustaron y comenzaron, uno tras otro, a censurar el atrevimiento de la obispa, acusada de ingenua con más despropósitos que argumentos. Ralf Fücks, Presidente de la fundación Heinrich Böll, próxima al Partido Verde, le tachó de «ignorante, ingenua y de propagar sólo banalidades». Su colega socialdemócrata, Rainhold Robbe dijo que "es ridículo creer que se puede lograr la paz en Afganistán rezando y encendiendo velas". El principal partido del gobierno, la CDU, dijo que el sermón era "ajeno a la realidad", pero la Canciller Angela Merkel, hija de un pastor, tuvo la inteligencia de desmarcarse de este auto de fe.

El verdadero problema era que las palabras de Kässmann sintonizan con el sentir del 70% de los alemanes y su históricamente más que comprensible y sensata alergia al militarismo. Que la obispa fuera una de las personas más respetadas del país aun complicaba más la situación, y, en ese contexto, el 20 de febrero se produjo un significativo incidente que, casualmente, apuntaba directamente a su reputación y desembocó en su dimisión. Kässmann se saltó un semáforo en rojo cuando regresaba a su casa de una visita privada a las 11 de la noche del sábado. La policía le sometió a un control de alcoholemia y dio positivo. El asunto pudo ser una nimiedad, pero en tal cargo la frontera entre lo que es y lo que parece es muy fina.

Aunque no hay pruebas de que la obispa mereciera una "atención preferente" de la policía, ese contexto explica los groseros titulares que su desliz del sábado mereció en la rastrera prensa tabloide nacional, que fue la que destapó el asunto el martes.

Con una declaración de tres minutos y medio en la que anunció su irrevocable dimisión, tanto de la jefatura de la Iglesia como del obispado de Hannover, Kässmann le dio la vuelta a la situación. Volverá a ser una pastora de parroquia, dijo. Su decisión fue cien por cien personal. Pocas horas antes, el Consejo de la Iglesia le había transmitido su "plena confianza". Ella consideró, sin embargo, que su desliz, que la sociedad alemana había acogido con indulgencia, introducía una nueva circunstancia moral irremediable e ineludible.

Después de mi error, dijo, "ya no habría tenido la libertad para calificar y enjuiciar como antes los desafíos éticos y políticos".

Para la sociedad civil alemana, socialmente tan débil y dormida como la del resto del continente, esta dimisión supone un revés, pero también un revulsivo. La brecha entre sociedad civil y una clase política que dice estar defendiendo la "seguridad de Alemania en el Hindukush", se hace cada vez mayor. A un lado el escepticismo del 71% de los alemanes, al otro los partidos que representan el 90% de la intención de voto. Kässmann incidió en esa brecha. Por ello, cuando el sábado sopló en el alcoholímetro sintió sobre su persona el aliento del Estado, en el sentido más literal. Esta conversación tuvo lugar antes de la dimisión.

Kässmann nació en 1958. Su madre era enfermera y su padre, prematuramente fallecido, regentaba una gasolinera y un taller de reparación de coches, así que de niña Margot jugaba entre neumáticos de automóviles. En 1981 se casó con un pastor y cuatro años después se ordenó. En 1989 escribió una tesis titulada, "Pobreza y riqueza frente a la unidad de la Iglesia". En 1999, dos días después de cumplir 41 años, se convirtió en la segunda obispa de Alemania, al frente del mayor distrito eclesiástico del país, Hannover, con tres millones de miembros. Como obispa, Kässmann criticó la actitud de la Iglesia Católica hacia la homosexualidad y contra el uso de preservativos. También se mostró en una ocasión contraria al hipotético uso como mezquitas de iglesias protestantes abandonadas. También se declaró partidaria de ilegalizar el partido neonazi alemán NPD.

A los 48 años le detectaron un cáncer de mama ,y a los 49, tras 26 de matrimonio, se divorció. El 28 de octubre en Ulm fue elegida presidenta del Consejo de la Iglesia Evangélica Alemana. Tiene cuatro hijas, de las que sólo una continúa viviendo con ella en casa, junto con un perro que nos acompaña en esta entrevista, realizada el 2 de febrero.

En el mundo católico, una organización de hombres solteros dictamina en cuestiones de mujer y familia. ¿Cual es su punto de vista sobre esa contradicción?. ¿Está el catolicismo históricamente desfasado?

No me voy a permitir juzgar a la Iglesia Católica, son cuestiones que deben examinarse en el seno de la Iglesia. Sólo puedo decir que por la experiencia de la Iglesia Evangélica está bien que hombres y mujeres asuman todos los cargos. En nuestra Iglesia tuvo que pasar mucho tiempo para lograrlo. Lutero dijo que el sacerdocio es para todos los bautizados, que cualquier bautizado puede ser sacerdote de los demás, lo que significa que también las mujeres pueden serlo. Además, no hay ningún motivo bíblico-teológico contra la ordenación de mujeres o contra las funciones de dirección por parte de mujeres. Tras su resurrección como Cristo, Jesús envió a las mujeres a anunciarla. Con ello hemos tenido una buena experiencia: el 30% de nuestros sacerdotes son mujeres, lo que ha sido positivo en general y también en las parroquias.

¿Qué ventajas ha supuesto para la Iglesia Evangélica el matrimonio de los pastores y la ordenación de mujeres?

Para mi significa que el pueblo de Dios está representado en toda su diversidad; jóvenes y ancianos, mujeres y hombres.

¿Y en la práctica?

En las parroquias las pastoras son muy queridas. Por sus experiencias vitales, porque han educado a sus niños, porque saben del matrimonio. Cuando casan o bautizan a alguien, actúa también su propia experiencia.

¿Cómo actúa esa ventaja en el contexto de los casos de pederastia registrados en colegios y centros católicos de Berlín, Estados Unidos o Irlanda?

Nosotros también tenemos pastores y pastoras célibes. Esa diversidad me parece creativa. No voy a entrar en juzgar a la Iglesia Católica, pero creo que cuando ocurren cosas así, la culpa debe ser admitida públicamente. Es una carga que la Iglesia Católica debe soportar y que es difícil juzgar desde fuera. Sentí muy cerca el caso del orfanato (irlandés), esas cosas hay que tratarlas con transparencia.

El hecho de que la jefa de la Iglesia protestante alemana sea una mujer, y divorciada, ¿favorece o perjudica al ecumenismo?. ¿Cómo valora la reacción de la Iglesia Ortodoxa Rusa a su elección?.

En lo que respecta a la Iglesia Católica Alemana, hay claridad en el sentido de que reconocemos que tenemos diferentes concepciones en esa materia. Saben que ordenamos mujeres, que los divorcios de sacerdotes y obispos no significan la dimisión del cargo, etc. Eso no complica una relación entre iguales. En cuanto a la Iglesia Ortodoxa Rusa, el problema no es el divorcio porque en la ortodoxia rusa uno puede casarse y separarse tres veces, el problema es la mujer, que el Patriarca de Moscú dice que no puede tratar a una mujer al mismo nivel. Conozco al Patriarca desde hace mucho tiempo, siendo ya obispa nos reunimos y entonces no tenía ningún problema. El problema es mi cargo actual. Que haya una mujer presidiendo la Iglesia Evangélica Alemana significa, desde el punto de vista del protocolo, que estamos al mismo nivel. El ecumenismo significa reconocer que el otro tiene otra concepción en materia de cargos. Nosotros respetamos que haya un Patriarca, auque nosotros no lo tenemos –aunque sí tenemos patriarcalismo, ¿verdad?. Es un problema ecuménico serio, porque antes nos reuníamos pese a tener una concepción diferente de los cargos. Ahora si la Iglesia Ortodoxa Rusa quiere encontrarse con la Iglesia Protestante Alemana, debe tratar con una mujer. Eso es ineludible, a menos que decidan no vernos en seis años.

¿Y respecto a la Iglesia Católica?

Me importan las buenas relaciones ecuménicas y trataré hacer todo lo que pueda para mantenerlas con la Iglesia Católica, porque estoy convencida de que es mejor para los cristianos no desgarrarse en luchas internas. Sobre todo en asuntos sociales y éticos deberíamos formular conjuntamente lo máximo posible, porque es más lo que nos une que lo que nos separa.

Alemania tercer exportador mundial de armas. Su ejército vuelve a participar en operaciones en el extranjero. La Canciller dice que la misión internacional del Bundeswehr es garantizar el acceso ("Zugriff") a recursos y vías comerciales. ¿Por qué los alemanes han permitido que Alemania anulara, tan fácilmente y en una medida aun mas significativa que Japón, las ventajas morales derivadas de su derrota: es decir su antimilitarismo social e institucional reflejado en la Constitución.

Co
mo se sabe, tengo dificultades con eso. La explicación es clara: Srebrenica, Kosovo... La pregunta es si debería abrirse un ámbito de violencia militar legítimo para defender derechos humanos. Hasta hoy, ese es un gran debate interno en Alemania. A menudo me reprochan; "¿Hay que dejar que maten a la gente?, ¿No se debe defender los derechos de la mujer?, ¿No hay que consentir alguna forma militar para salvaguardar los derechos humanos?". El gran peligro es la concentración exclusiva en lo militar sin cuestionarse donde están los límites. De ahí que lo que hay, de hecho, es una guerra, y ya no un ámbito legítimo en la línea de la ONU como policía internacional. De la misma forma en que el potencial de violencia personal se delega en el Estado de derecho y la policía, también debería ser eso posible a nivel internacional, pero temo que lo militar adquiera cada vez más su propia dinámica que apenas puede ser contenida. Esto también está pasando. Lo militar gana completamente la partida a lo civil. Estamos discutiendo el incremento de tropas del Bundeswehr (en Afganistán), no el incremento de la presencia civil, ese es el problema. Pero constato que el 71% de los alemanes rechazan eso, hay una gran conciencia.

Entonces no es un problema de la sociedad, sino de la clase política....


Noto que los alemanes están verdaderamente hartos de guerra. Dos guerras mundiales enseñaron a esta nación que la guerra siempre implica destrucción, sufrimiento y violación.

...Ustedes tenían esa ventaja moral reflejada en la Constitución, ¿Porqué ha sido tan fácil renunciar a ella?

Creo que la sociedad alemana se tranquilizó durante mucho tiempo pensando que los soldados alemanes en el extranjero estaban construyendo escuelas y pozos, que protegen con las armas la ayuda técnica. Lo que pasó en Kunduz ha despertado a muchos.

El Vicecanciller Joschka Fischer hablaba en 1999 de Auschwitz y el Holocausto, cuando la realidad es que antes de los bombardeos en Kosovo hubo unos 2000 muertos, gran parte de ellos a manos del albanés UCK. ¿Está usted segura de que fueron los derechos humanos los que determinaron la intervención militar?

Quisiera que no se utilizaran armas. Estuve en Bosnia. La violencia militar siempre desata iras. Limitar la violencia militar es muy difícil, pueden darse situaciones como en Srebrenica en las que hay que preguntarse por qué la ONU no defendió a los civiles.


Eso exige decisiones éticas y morales muy fuertes en las que uno puede ser acusado, tanto por hacer uso de las armas, como por no hacerlo. Todas esas estrategias giran alrededor de lo militar. En mi sermón he hablado de "la fantasía de crear la paz". No se puede crear paz sin mantener diálogo. Destruir al enemigo no conduce a la paz. Por decir eso me han reprochado, quizá lo haya leído usted, que si quiero sentarme en una tienda de campaña con los talibán para rezar con ellos encendiendo velas. Se me ha acusado de ingenuidad, pero estoy firmemente convencida de que las armas por si solas no logran la paz. Considero ingenuo creer que la paz se consigue con las armas. Los alemanes saben que la paz nace de otra forma. En 1945 no había paz sino un alto el fuego. Con Polonia, Rusia, Francia, Holanda e Inglaterra... Fueron necesarios decenios para afirmar la paz, esfuerzos, paso a paso, símbolo a símbolo, reunión tras reunión.... Me irrito cuando me acusan de "abandonar a los soldados alemanes". Los soldados alemanes son abandonados cuando no hay estrategia, cuando no se piensa en la retirada se convierten en ocupantes. Sé que me pongo emocional al hablar de esto...

Casi el 70% de la sociedad alemana está en contra, o no ve clara, la guerra de Afganistán, pero los partidos que concentran el 90% de la intención de voto la apoyan. ¿Qué sugiere a un orden democrático esta contradicción?

Muestra un problema: el de que la intervención aún no ha sido objeto de discusión pública. Este debate nacional, como alguien dijo, no ha tenido lugar. Es una buena observación.

¿Un debate nacional?

Sí, que se discuta públicamente; ¿Qué queremos allá?. ¿Se está defendiendo a Alemania de verdad en el Hindukush?. ¿Qué significa esa frase de Peter Struck (ex ministro de defensa socialdemócrata)?, ¿Y por qué en Afganistán y no en Yemen?. Si se trata de defender los derechos de la mujer, por qué no en Arabia Saudita....?. Congo, Sudán, no hay una estrategia clara, sino que se va decidiendo sobre la marcha. En 2001 se decidió enviar 1250 soldados por seis meses. Ocho años después son 4500 y ahora 850 más. Es un proceso furtivo sin debate público. Eso es un error. Necesitamos un debate, ¿Qué hacemos allá?.

¿La falta de apoyo que la guerra tiene explica las primitivas reacciones que su sermón de año nuevo generó en la clase política?

Hay que decir que obtuve tres reacciones positivas; del Presidente Federal, del Presidente del Bundestag y de la Canciller. Los tres dijeron que no compartían esas reacciones...

Tres excepciones

Me pareció importante que dijeran que la Iglesia tiene derecho a disentir en política y a reclamar la paz. Lo que me cuesta aceptar es esa acusación de que, "quien critica la guerra, abandona a nuestros soldados". Es absurda. He recibido en este mismo despacho a soldados, algunos de ellos psíquicamente destrozados sin que nadie se ocupe de ellos. El otro tópico: "la Iglesia Evangélica es de izquierda y pacifista". He dicho que me gusta que me acusen de pacifista, está en el Evangelio: "bienaventurados los que promueven la paz...". Esos reflejos y ataques por parte de gente que se cree profesional, son asombrosos. Como el Teniente General que escribió al "Sudddeutsche Zeitung". Me envió una carta el día 20, el 28 la publicó en la prensa porque aún no la había respondido. Recibí más de 2000 correos electrónicos y más de 500 cartas, lo que demuestra que muchos quieren ese debate.

Otro problema son los medios de comunicación, cuando defienden posiciones con las que la amplia mayoría está en completo desacuerdo...



En Alemania hay otro aspecto específico. Verá, yo creo que los aliados vencieron a la Alemania Nazi en una guerra legítima. También dije que había algunas cuestiones para plantearse, como hizo, en 1943 el obispo británico George Bell (al pronunciarse contra los bombardeos aéreos contra civiles en ciudades alemanas), y entonces me acusaron de estar...¡ revisando a Hitler!. La guerra contra la Alemania hitleriana era legítima, pero ¿eran legítimas las violaciones de mujeres que los rusos practicaron en Berlín, o el bombardeo de convoyes de refugiados en el Báltico?. Eso no se puede justificar. Voy a intentar analizar por qué mi sermón de año nuevo desencadenó tal reacción, pero evidencia la necesidad de un debate. Respecto a los medios de comunicación, ustedes los periodistas deben realizar el análisis.




Decenas de personas inocentes, incluidos niños, murieron en Kunduz en septiembre en un ataque ordenado por el Bundeswehr, pero si analizamos el debate político que ha resultado, da la impresión de que el delito no es matar, sino haber engañado a la opinión pública alemana, como sugiere el término "avería informativa" ("Informationspanne"). ¿Es engañar en el propio país a ciudadanos con 30.000 euros de renta media, más grave que matar gente pobre en un país lejano?.

Obviamente es una pregunta sugestiva. Creo que la muerte de civiles conmocionó a la gente. También fue un despertar. Creo que Kunduz fue el punto de inflexión a partir del cual se empieza a reflexionar sobre lo que pasa allá; ¿Qué estamos haciendo?



Pequeños Kunduz ocurren cada día en Afganistán, especialmente en el sur. Matanzas de decenas de civiles a cargo de aviones no tripulados, y asesinatos extrajudiciales a cargo de mercenarios. Pero no salen en los periódicos...




Hace poco me enteré que un policía afgano mató con su arma a una mujer soldado que estaba haciendo "Jogging" en el campamento. Eso tampoco salió en los medios. Necesitamos transparencia, saber qué está pasando en Afganistán. Cada dos por tres tenemos a un experto en Afganistán que nos explica lo que pasa, pero los datos y los hechos son de difícil acceso. ¿Cuantas personas han muerto?. Como cristiana me pregunto por sus nombres, por sus historias y destinos individuales. Tengo una desazón enorme y profunda, también respecto a la política de información.

¿Hay alguna diferencia moral entre matar indiscriminadamente en nombre de la "Jihad" y hacerlo "defendiendo la seguridad de Alemania en el Hindukush"?

Matar no tiene justificación. El quinto mandamiento dice, "no matarás" y para mi tiene un significado central. Me resulta muy difícil, pero puedo concebir ese ámbito del que antes hablábamos, en el que alguien intenta proteger a otra persona con las armas. Eso no lo condenaría moralmente. Pero matar de forma expresa, o utilizar aviones no tripulados para liquidar a alguien, es algo que contradice mis convicciones cristianas mas profundas.



El ejército de Israel mató a 1400 personas, la mayoría civiles inocentes, en la masacre de Gaza del año pasado. ¿Por qué Alemania mantiene su indulgente cordialidad con los autores de estos desmanes?. ¿No estamos aquí ante una aplicación, cobarde y moralmente enferma, de la absolutamente justificada y necesaria responsabilidad nacional por la Shoa?




Pienso que Alemania tiene una responsabilidad especial con Israel. Históricamente y moralmente eso es muy obvio. Otros países, España incluida, podrían comprometerse más. La contención oficial alemana me parece bien y comprensible, pero también hay muchas organizaciones alemanas que apoyan a los palestinos. Pienso que Alemania tiene razones poderosas para hacer todo lo posible para ayudar a que haya una coexistencia pacífica de dos estados en Oriente Próximo. Que Alemania se contenga en sus juicios sobre Israel, es absolutamente legítimo y comprensible, tanto histórica como moralmente.

La cuestión es, ¿qué lecciones extraer del Holocausto?, ¿cómo aplicar esa responsabilidad?. Naturalmente que no podemos hablar en nombre de los gaseados en Auschwitz, pero sí podemos afrontar el absurdo moral y la perversión que supone que la responsabilidad por un crimen del pasado sirva para encubrir y cerrar los ojos ante barbaridades presentes...



...También se puede apoyar el movimiento pacifista de Israel. El año pasado estuve en Israel, tanto en Yad Vashem (el memorial del Holocausto en Jerusalén) como en los territorios palestinos. Visité la Iglesia ahí y estuve en Belén. No me permito ningún juicio. Es una situación ultra compleja, terrible y espantosa.



Tampoco tendrán éxito con las armas para crear la paz ahí. Es la misma pregunta: ¿Cómo se logra la paz?, ¿Quién invierte en paz, en acercar a la gente, en encuentros, en meditación, en proyectos de construcción de la paz?. Hay que tener paciencia y dinero para estos proyectos. Siempre hay dinero para lo militar, pero no para este proceso, lento y paciente, de reconciliación. ¿Cuánto tiempo duró la „Aktion Sühnezeichen"? (jóvenes voluntarios alemanes que recorrían Europa en pos de la reconciliación). Se fundó en 1958, cuando yo nací. Las heridas no se cicatrizan en una generación. Es responsabilidad también de mi generación. Para la reconciliación entre cristianos y judíos, entre Alemania e Israel. No quiere decir que ignoro el sufrimiento de los palestinos. Simplemente el juicio moral por lo que pasa en Palestina no corresponde a los alemanes.




La guerra fría terminó hace veinte años, ¿Qué le parece que en suelo alemán aun haya tropas y armas atómicas extranjeras?

Ya es hora de desterrar las armas nucleares en todo el mundo. Por lo demás, cuando se observan los cambios en Alemania... Comparando con cuando yo era niña, resulta increíble. Los cuarteles están vacíos y los cupos son mínimos. Soldados alemanes y franceses desfilan juntos en los Campos Elíseos de París. Son cambios increíbles que me dan esperanza para otros continentes. No hay enemigos estacionados aquí. Aunque reconozco que cuanto menos ejército, mejor.




Hace 25 años en esta país nadie, en Bonn o en Francfort, se atrevía a establecer en serio un paralelismo entre la mezcla de dictadura y socialismo de la DDR y el horror del nazismo. Ese paralelismo era un discurso que los ex nazis habían empleado en la posguerra para rehabilitarse en el contexto de la guerra fría y estaba muy desacreditado. Hoy, sin embargo, se vuelve a sugerir, profusamente y con gran ligereza, ese paralelismo, en el discurso oficial y en los medios, con el concepto de "las dos dictaduras alemanas". ¿Qué opina usted?.




La RDA era una dictadura que también restringió los derechos humanos pero no se puede comparar con el nacionalsocialismo. Iba a menudo a la RDA y lo viví personalmente. Sobre todo era complicado para los cristianos, porque, por ejemplo, si eras sacerdote tus hijos no podían estudiar, pero el estado policial no se puede comparar con el asesinato planificado de millones de judíos, homosexuales, gitanos y comunistas, y con toda aquella maquinaría militar. Pero es verdad que también era una dictadura, aunque ponerlas una al lado de la otra sea demasiado simplista.

Estamos en una crisis que ha sido provocada –ahora ya lo admiten todos- por la codicia, por las facilidades que el llamado "neoliberalismo" dio a la codicia y al robo más abusivo. ¿Cuales deberían ser las lecciones practicas a extraer de la situación?

En primer lugar pienso que hay una ética de lo suficiente, que existe una medida, un límite. Cuando se reclamaban valores en estos asuntos, siempre se escuchaba, "no puede ser, el mercado es libre, lo arregla todo por si solo...". El mercado como mito. Quienes decían eso, ahora dicen que debe actuar la solidaridad de la sociedad, que el Estado tiene que salvar a los bancos, a las empresas, etc.


Confío en que la lección que se extraiga sea la de que debe haber valores éticos para los bancos y que se reconozca que la codicia es completamente improductiva socialmente. Quisiera también que no nos limitáramos a echar la culpa a los ejecutivos. Los accionistas también deben hacer un ejercicio de responsabilidad. No se trata de obtener el máximo de dividendos posible, sino de ser capaz de decir, "este año sólo habrá un 2% de beneficios, pero con ello mantenemos 3000 puestos de trabajo". Se debería aplaudir eso. Ojala que la sociedad del egoísmo se frene un poco, porque esa ideología de que "el dinero trabaja" es falsa. Son las personas las que trabajan. ¿Por qué se incrementa mi dinero un 25% sin que yo haga nada?. Nunca lo he entendido. De alguna parte lo tomarán, ¿no?. Espero que en el futuro haya más responsabilidad, pero debemos ser

escépticos.




Nuestro Premio Nóbel José Saramago –"nuestro" en el sentido de ibérico, porque es portugués- ha escrito un libro muy sencillo y claro sobre el Dios del Antiguo Testamento. Dice que el Dios que incinera Sodoma y Gomorra indiscriminadamente, niños incluidos, que ordena a Abraham que degüelle a su propio hijo para probar su lealtad, que extermina a los enemigos de Israel, que cubre de miserias a Job, etc., etc., es un ser bárbaro, cruel, primitivo y patriarcal. ¿Se puede creer en algo así?

En el Antiguo Testamento puede encontrar historias muy diferentes a esas. Las comadronas Séfora y Fuá que salvan a los niños contra la voluntad del Faraón, Miriam y su madre que salvan al pequeño Moisés, cómo éste aprovecha los siete años de abundancia para aguantar los siete años de vacas flacas... Y Dios no destruye Nínive, después de que Jonás lo hubiera anunciado, porque ve que la gente se arrepiente. Con Job se demuestra que no hay una relación entre acción y destino. Dios ni siquiera castiga a Job sino que hay sufrimiento en el mundo. El Nuevo Testamento desvela que Dios es impotente frente al sufrimiento y muere en la cruz. El hilo conductor que veo en la Biblia es el de Dios impotente frente al sufrimiento del mundo. No quisiera enfrentar radicalmente Nuevo y Antiguo Testamento. Para mi el Crucificado es el símbolo que el Dios omnipotente se hace impotente ante el sufrimiento en el mundo. Es algo muy distinto. Dios no está con los que destruyen, pisotean o matan, sino con los que son pisoteados y matados, con los que sufren... así lo veo yo.

Tendría que hablar con Saramago...

..ya me gustaría.

¿Se puede ser creyente, creyendo sólo en parte de la doctrina cristiana?. Por ejemplo sin creer en el Infierno, ese lugar donde se nos tortura quemándonos eternamente. ¿Usted cree, en serio, en el Infierno?

El infierno casi no existe en la Biblia, el infierno tradicional como lo conocemos así no entra. Se habla de un fuego eterno, pero quien lea la Biblia ve que el buen Dios es mucho más grande que nuestros pecados. Martín Lutero dijo, "la duda es parte de la fe." Quién cree siempre dudará. Considero ingenuo decir que así es la fe y nunca cambiará. La fe cambia y evoluciona con la experiencia de la vida con la lectura de la Biblia. La fe es creativa y en absoluto estática. Quedarse en esa imagen del infierno sería un entendimiento estático de la fe. Decir que la muerte no tiene la última palabra es una esencia. Si los discípulos no hubieran vivido eso, el cristianismo no habría nacido. La muerte no tiene la última palabra.

¿Entonces no cree en el infierno?

No, no creo. Un buen día veremos como Dios soluciona eso, pero que Dios relegue a los hombres al castigo eterno contradice la imagen de Dios del Nuevo Testamento, donde el Padre recibe de nuevo al Hijo, el vendimiador se preocupa por todos e incluso aquel que está en la cruz, el ladrón, aun tiene futuro. Lo contrario estaría en plena contradicción con mi idea de Dios.

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