El clan Berlusconi.
El divorcio del primer ministro italiano por sus escándalos sexuales

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El clan Berlusconi.
El divorcio del primer ministro italiano por sus escándalos sexuales desata una batalla económica con su mujer, abre el reparto de poder entre los hijos de sus dos matrimonios y propicia desencuentros familiares

21.02.10 - 00:21 -

:: ÍÑIGO DOMÍNGUEZ |

HEREDEROS

BÁRBARA 25 AÑOS

Licenciada en Filosofía, con tesis sobre Amartya Sen, tiene una sociedad benéfica y otra de arte. Es la más inquieta y crítica con su padre. Consejera en Fininvest, aspira a un puesto en el grupo editorial Mondadori.

ELEONORA 23 AÑOS

Ha regresado de Nueva York tras licenciarse en Busines Management en la facultad de St. John's del Queens. Realiza prácticas en empresas familiares.

LUIGI 21 AÑOS

Alumno de la Universidad Bocconi de Milán, le preparan un puesto en la aseguradora Mediolanum. Tiene inquietudes religiosas y pasión por el Milan, donde quizá le espere un cargo.

El 9 de febrero, el primer ministro italiano y hombre más rico de su país, Silvio Berlusconi, reunía a sus hijos en una comida en su villa palaciega de Arcore. No es tan normal como puede parecer, pues son en realidad dos familias separadas por un hueco generacional, veinte años, y que viven en mundos distantes. Están los mayores, Marina (43 años) y Piersilvio (40), fruto del primer matrimonio de Berlusconi con Carla dall'Oglio, y luego los tres pequeños, Bárbara (25 años), Eleonora (23) y Luigi (21), hijos de la ex actriz Verónica Lario, que los ha criado la mayor parte del tiempo.

La comida era para abordar el divorcio del magnate de su segunda mujer, público y traumático, pues nació de los líos de faldas que estallaron en abril de 2009. Pero también un asunto que se ha impuesto por su propio peso, la herencia del poder. Porque hay una diferencia más entre los dos clanes del clan Berlusconi: los mayores dirigen el fastuoso cotarro empresarial del 'Cavaliere', de 73 años, y los pequeños, hasta hace nada, estaban marginados en la gestión del imperio familiar, una cuestión pendiente que a Verónica Lario siempre le preocupó. Temía que fueran hijos de segunda categoría. Por último, aunque es tan obvio que ya se olvida, debe añadirse que es el propio Berlusconi quien manda, aunque tenga a sus hijos en el organigrama para salvar las apariencias de su monstruoso conflicto de intereses.

El divorcio, por tanto, le está dando a Berlusconi dos quebraderos de cabeza. Uno con su mujer y otro con sus hijos. Lario anunció la separación en abril de 2009, tras enterarse por la prensa de que su marido acudió a la fiesta del 18 cumpleaños de una joven desconocida, Noemi Letizia, cuando nunca había ido a la de sus tres hijos pequeños, como le reprochó en una carta pública. Desencadenó un escándalo al decir que Berlusconi frecuentaba menores, no estaba bien de salud y hacía «basura política» metiendo azafatas televisivas y tías buenas -las célebres 'veline'- en sus listas electorales. Desde ese momento el magnate empezó a llamarla fríamente 'La Señora'.

Nueve meses sin verse

La primera cita judicial del divorcio fue el 30 de enero. Berlusconi y su mujer llevaban nueve meses sin verse y la guerra había comenzado. Según la prensa italiana, 'La Señora' ha pedido 43 millones de euros al año, 3,5 millones al mes, como pensión de mantenimiento, pues exige continuar con el ritmo de vida que llevaba. Los abogados del primer ministro, los mejores que alguien puede tener y los peores que uno se pueda encontrar, le ofrecen diez veces menos: unos 300.000 euros, según la prensa. Han aportado un informe para demostrar que durante 30 años de convivencia, 19 de ellos de matrimonio, Lario habría acumulado a base de regalos un gran patrimonio. Casas en Milán, Suiza, Cerdeña, Londres y Nueva York, sociedades y dinero, además de unos 60 millones de euros para tutelar los intereses de sus tres hijos.

En un principio Berlusconi iba a cederle también Villa Belvedere, en Macherio, donde ella reside en las afueras de Milán, con mobiliario incluido y un valor de 78 millones, aunque las últimas informaciones indican que ha cambiado de idea y también quiere echarla. La relación se ha ido envenenando. El informe de los abogados del magnate también menciona supuestas traiciones conyugales de ella que devaluarían sus exigencias, pues hasta entonces era él quien era presentado como el adúltero de la pareja.

Los golpes bajos no han faltado desde la ruptura pública, pues los diarios afines al 'Cavaliere' airearon fotos de Verónica Lario desnuda en una obra teatral de su juventud. El título era 'Velina ingrata', para decir que también ella fue en su día un ligue del mundo del espectáculo del gran jefe. Del mismo modo surgieron informaciones sobre un romance de Lario con uno de sus guardaespaldas y esta semana una revista ha publicado fotos tomadas por otro, esta vez bosnio, con explosivas declaraciones: «Se pasa el día en chándal». Presentar a la mujer del primer ministro como una fea cornuda y amargada es la línea editorial de cierta prensa de derechas desde hace meses. Retar a Berlusconi puede salir muy caro.

En resumen, la batalla del magnate con su mujer será a cara de perro, aunque parece simple, como él mismo admitió el otro día. «Sólo hay que acordar dónde vivirá y el cheque mensual», concluyó. Es decir, el divorcio no tocará acciones ni empresas. Sin embargo, ése es precisamente otro pilar decisivo de los acuerdos, porque entran en juego los tres hijos comunes. Lario no quiere cerrar su matrimonio sin asegurarles el futuro.

Estas tensiones internas y los escándalos de Berlusconi -a los que se unieron en junio las fiestas con prostitutas- le dieron un verano familiar tormentoso. La prole salió en su defensa cuando el líder de la oposición, Dario Franceschini, se preguntó si alguien le dejaría sus hijos al primer ministro. Sin embargo, de puertas para adentro, un natural resentimiento se abrió paso. Fue la mayor del clan de los pequeños, Bárbara, la más lanzada, quien soltó una serie de andanadas en una entrevista muy medida a 'Vanity Fair' a principios de agosto. Primero, dardo a su padre: «Los políticos deben salvaguardar los valores de la sociedad, posiblemente elevarlos. No creo que un hombre político pueda permitirse una distinción entre vida pública y privada». Y sobre el caso Noemi fue implacable: «Me ha dejado estupefacta. Es una dimensión que nunca ha formado parte de mi vida cotidiana. Mi historia es la de una chica que ha vivido su juventud en modo sereno y normal. No he frecuentado nunca hombres ancianos».

Llamar anciano a su padre habrá sido para él, el hombre siempre joven, particularmente doloroso. Por último, y entrando en el tema espinoso del reparto de poder, dijo que le gustaría ocuparse de la actividad editorial -una señal a sus ambiciones en la dirección de Mondadori, en poder de Marina, la mayor del otro clan- y dejó una frase en el aire que es un prodigio de sutileza: «No hay una lucha interna entre nosotros, y si mi padre es ecuánime no las habrá tampoco en el futuro». Es el futuro precisamente lo que está en juego ahora.

Silvio pide unidad a sus hijos

Marina Berlusconi vio peligrar la silla y montó en cólera. No quiso ver a los tres hermanos pequeños en verano en Cerdeña y se fue con su yate a la Costa Azul. El choque Marina-Bárbara ha marcado la división de los dos clanes. Después habrían hecho las paces, pero las preguntas pendientes desembocaron en la comida familiar del 9 de febrero. Según ha trascendido, Berlusconi pidió a sus hijos unidad, prometió «equidad» y aseguró que en el divorcio no habrá «discriminaciones». No era sólo una comida familiar, porque también se sentaban a la mesa la cúpula de su imperio y su abogado. Por supuesto, luego trató de quitar hierro con su repertorio habitual de chistes, canciones napolitanas y francesas. Quién sabe si en casa también le funciona.

Al día siguiente, sólo comentó que Marina seguirá al frente de Mondadori. ¿Y Bárbara? «Es una chica muy inteligente, con ganas de trabajar. Podrá elegir muchos caminos». Según algunos diarios, Bárbara ha encajado mal el frenazo a sus aspiraciones. Pero es cuestión de tiempo, porque el clan de los pequeños pide paso. Quizá de mucho tiempo, con un relevo lento, pues cuando Marina tenga 60 años Bárbara cumplirá 42. Dos clanes y dos ciclos. Pero de momento la batalla judicial del divorcio sigue el mes que viene.

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