Ratzinger, en la hoguera
http://www.elpais.com/articulo/reportajes/Ratzinger/hoguera/elpepusoc/20100411elpdmgrep_1/Tes
Ratzinger, en la hoguera
El papa Benedicto XVI cumple cinco años en el cargo acorralado por los escándalos de pederastia y con acusaciones de inmovilismo y retroceso frente al Concilio Vaticano II. Roma ha cancelado el ecumenismo, con ofensas a judíos, musulmanes, protestantes o anglicanos
JUAN G. BEDOYA 11/04/2010
Vota
Resultado 97 votos
Los cardenales eligieron Papa en
El Papa piensa que el Vaticano II le ha sentado mal a su Iglesia, y que sólo rectificándolo volverá el esplendor
Los cardenales creían que Ratzinger era el único capaz de arreglar los problemas del largo ocaso de Wojtyla
El poder en la 'Ciudad Santa' sigue en manos de los de siempre o en las de otros tan inmovilistas como los anteriores
Cinco años le han dado para enojar varias veces a los judíos y vincular al dios del islam con la irracionalidad
Ratzinger "es criticado por no hacer nada... y por hacer demasiado", opina su biógrafo, el periodista católico italiano Vittorio Messori. Como él, la jerarquía de
Benedicto XVI está en medio de ese quemadero. También ha patinado en otros campos de la gestión. Ha provocado agrias polémicas con musulmanes, judíos o anglicanos; escandalizó cuando quiso acabar con el cisma del ultraconservador arzobispo Marcel Lefebvre, y se enfrentó a la comunidad científica condenando en África el uso del preservativo como método de combate del sida. También sigue enfrentado a la ciencia, negando toda la investigación con células madre.
Ratzinger sabía a lo que se enfrentaba cuando se postuló hace cinco años como sucesor del polaco Juan Pablo II, de civil Karol Wojtyla. Su discurso electoral fue clamoroso, aquel 24 de marzo de 2005, con Juan Pablo II ya moribundo, a punto de superar los 27 años en el cargo. Era el Viernes Santo de ese año y Ratzinger sustituía al enfermo pontífice en el tradicional Via Crucis ante el imponente Coliseo romano. No era una casualidad. En cada rezo de las estaciones del fundador cristiano hacia el monte Calvario, el hoy Papa aprovechó para intercalar comentarios de programa de gobierno. Fue en la novena estación -tercera caída de Jesús bajo el peso de la cruz- cuando clamó: "¡Cuánta suciedad en
Era un discurso alarmante, elaborado para encoger el corazón de la mayoría de los cardenales, acostumbrados muchos de ellos a una vida regalada en el mejor de los mundos, sobre todo durante sus frecuentes estancias en Roma. Dos semanas más tarde, reunidos en cónclave, los 114 purpurados -con el pomposo título de Príncipes de
La elección causó no poca sorpresa. Hoy se sabe que se inclinaron por Ratzinger por considerarlo el único capaz -por conocimiento y por autoridad- de arreglar los problemas acumulados durante el interminable ocaso del polaco Wojtyla, del que el teólogo alemán había sido sumo ideólogo. La información es poder, y nadie sabía tanto sobre las crisis -y los pecados- del cristianismo romano como el presidente de
Ratzinger ha sido siempre un hombre de ideas fijas, pese a su propia opinión. "A mí ya me han diseccionado varias veces: el profesor de la primera etapa y el de la etapa intermedia, el primer cardenal y el de después. Ahora se añade otro segmento más. Como es natural, las circunstancias, las situaciones y las personas influyen, porque asumen distintas responsabilidades. Digamos que mi personalidad y mi visión fundamental han madurado, pero todo lo que es esencial ha permanecido idéntico", dijo de sí mismo en 2006 cuando su biógrafo le hizo notar una supuesta diferencia entre elpanzer kardinal (tanque de combate) que dirigía
Alguna prensa alemana había recibido la elección de Ratzinger con el título equívoco de
panzer kardinal. Era una alusión a su intransigencia por la inmisericorde condena de 130 teólogos y religiosos cuando fue prefecto de
Al margen de tan tormentoso -y brillante- pasado,
Benedicto XVI no ocultó nunca que le aguardaba una tarea inmensa si quería acabar con la "suciedad" y la "soberbia" que anidaba en su Iglesia cuando se propuso como candidato papal. Lo intuyó a las 18.04 del 19 de abril de 2005, nada más anunciarse su elección, y lo dijo en su primera bendición urbi et orbi ("a la ciudad de Roma y al mundo").
Tampoco pudo ignorar que iba a estar solo en la tarea, salvo que realizase radicales cambios en
¿Por qué, en un cónclave formado -salvo una excepción- por cardenales nombrados por Juan Pablo II, los 114 electores escogieron al único que llevaba aún la púrpura concedida por Pablo VI, un Papa del Concilio Vaticano II? Con Juan Pablo II predominó un "wojtylianismo público", de masas y medios de comunicación. En cambio, Ratzinger está centrado en la palabra desnuda: homilías, ángelus, catequesis, discursos y, hasta ahora, tres encíclicas. Su idea era acostumbrar a los católicos a fijarse en lo esencial, no en la persona del Papa, el eterno papanatismo. ¿Por qué ese cambio? Es un misterio; por decirlo desde el punto de vista de la fe: una decisión del Espíritu Santo.
Suele decirse que las promesas electorales están para incumplirse. Ratzinger no las hizo.
El único documento que puede tenerse como tal es la homilía en la misa para elegir nuevo Papa el día del comienzo del cónclave, donde dibujó un panorama teórico sobre los cristianos veletas -que se han dejado llevar por corrientes ideológicas opuestas: del marxismo al liberalismo hasta el libertinaje, del colectivismo al individualismo, del ateísmo a un vago misticismo-. También fijó allí su idea de que el mundo está dominado por la "dictadura del relativismo que no reconoce nada que sea definitivo y que deja como última medida sólo al propio yo y a sus deseos". No dijo cómo luchar contra esa tendencia.
Ideas o palabras al margen, el balance es desolador. En cinco años ha provocado varias veces la indignación de los judíos -13 millones-; por ejemplo, cuando readmitió en la "comunión eclesial" a los seguidores del arzobispo Marcel Lefebvre -la llamada Hermandad Sacerdotal de San Pío X-, entre ellos a Richard Williamson, que niega el Holocausto y al Vaticano II.
"Al levantar la excomunión de los integristas, sin exigirles la aceptación del Concilio Vaticano II, no son ellos quienes se incorporan al cristianismo conciliar. Es más bien el Papa quien se convierte al integrismo y lleva a
El Papa también ha reintroducido en la liturgia una oración por la conversión de los judíos, de carácter preconciliar, y suele irritar a esa comunidad religiosa cuando insiste en elevar a los altares (es decir, en colocar como ejemplo de santidad para todo el mundo) al papa Pío XII, acusado de callar ante los crímenes de los nazis y ante el terrible Holocausto.
Ofendió también Benedicto XVI a los musulmanes -1.300 millones- cuando, en un discurso en
El proceso ecuménico (de encuentro entre religiones, en la idea del teólogo Hans Küng de que no habrá paz entre las naciones sin paz entre las religiones) también sufrió un duro revés cuando el Papa les dijo a las comunidades indígenas latinoamericanas -el 10% de la población en ese continente-, durante su viaje a Aparecida (Brasil) en 2007, que una supuesta vuelta a las religiones precolombinas no era un progreso, sino un retroceso. Lo dijo Benedicto XVI en su discurso inaugural de
También atacó allí a los teólogos de la liberación por politización, falso mesianismo, ideas erróneas y dependencia del marxismo, como había hecho, excomulgándolos, cuando estaba al frente de
Aún más criticada ha sido su visión de la planetaria lucha contra el sida, llevada a cabo por las autoridades sanitarias y gran parte de los Gobiernos. Durante un viaje a Camerún y Angola, el Papa execró contra el uso de los preservativos porque, dijo, "no sólo no solucionan el problema del sida, sino que lo agravan todavía más". El Parlamento belga pidió entonces, por mayoría, a su Gobierno que condenase esas declaraciones y expresase una protesta formal al Vaticano, de Estado a Estado. Una iniciativa parecida en España, a instancias de Izquierda Unida, no prosperó en el Congreso de los Diputados.
Todas esas derivas anticonciliares se resumen en una más aparatosa y visible: los cambios en la liturgia, autorizados con regocijo por Ratzinger. No sólo se vuelve a la misa en latín y con el celebrante de espaldas al pueblo creyente, sino que se han aceptado algunas de las ideas del arzobispo Lefebvre, el gran fustigador del Vaticano II. Ratzinger había sido perito en ese concilio, como asesor del episcopado alemán, pero siempre se mostró contrario a su desarrollo "con el entusiasmo de zelotes", acusó una vez a sus colegas, en referencia a una de las sectas más radicales en la época de Jesús, en
¿Por qué esa deriva antiecuménica o anticonciliar? El papa Ratzinger piensa que el Concilio Vaticano II le ha sentado muy mal a su Iglesia, y que sólo rectificándolo volverán tiempos de esplendor, prestigio e influencia. Los hechos son testarudos, en la dirección contraria. Cada día hay menos vocaciones sacerdotales y más parroquias sin cura. La juventud sigue alejada, salvo los cientos de miles de muchachos que jalean al pontífice desde los movimientos más conservadores; la mujer permanece marginada del santuario, y pocos católicos hacen caso a las doctrinas de sus prelados en materia de sexo u otros comportamientos sociales.
La decisión de acoger a sacerdotes anglicanos, incluso si están casados, no hace más que agravar el veto al celibato opcional entre el clero católico, origen de quebradores de cabeza para el Papa. Pero esas son ahora historias de sexo, un terreno en el que la jerarquía del catolicismo pierde casi siempre la compostura.
Comment Form under post in blogger/blogspot