Las Mujeres del Muro alzan su voz contra la ultra-ortodoxia judía

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(JUDAÍSMO) SOCIEDAD-SALUD,RELIGION

Las Mujeres del Muro alzan su voz contra la ultra-ortodoxia judía

Desde hace dos décadas las "Mujeres del Muro" intentan de esta forma reclamar su derecho a hacer rituales religiosos en el lugar más sagrado para el judaísmo, enfrentándose a la concepción más tradicional de esa fe, que prohíbe a las mujeres ordenarse como rabinas, leer del rollo de la Torá (Pentateuco) o dirigir rezos.


La legislación israelí no está con ellas y reserva a los hombres la posibilidad de dirigir ceremonias religiosas, vestir el tradicional taledo -manto de oración- o usar las filacterias -cintas con inscripciones bíblicas- en la plaza del Muro de las Lamentaciones, donde las normas son dictadas por la ultra-ortodoxia judía.

Frente a las limitaciones al papel de las mujeres en la práctica más reacia al cambio, en el judaísmo reformista, el conservador y el neo-ortodoxo (corrientes mayoritarias fuera de Israel), las mujeres participan activamente de la liturgia, dirigen rituales, rezan junto a los hombres o estudian el Talmud (discusiones rabínicas).



"Es una vergüenza que la sociedad israelí sucumba al extremismo radical de los haredim (ultra-ortodoxos), que son sólo una parte pequeña del judaísmo", dijo a Efe Peggy Cidor, miembro de la dirección de las Mujeres del Muro (WOW, por sus siglas en inglés).



Israel permite a las miembros de WOW llevar a cabo ceremonias en el Muro sólo una vez al mes, el primer día de la luna nueva.

Más de un centenar de mujeres religiosas feministas acuden a las siete de la mañana al sagrado lugar, rodeadas de soldados y policías que las protegen de posibles ataques de los ultra-ortodoxos, que profieren insultos y gritos y en más de una ocasión les han lanzado sillas desde la sección masculina frente al Muro.

Pese a que la legislación les impide usar los atuendos religiosos reservados a los hombres, muchas se cubren la cabeza con kipá (solideo) y visten taledos que ocultan bajo los abrigos, se enrollan en el cuello a modo de bufanda, o decoran con bordados de flores de colores para que no cumplan con la definición estricta de taledo (manto blanco con rallas negras).


Detrás de ellas y fuera de la zona femenina, una veintena de hombres se apuestan para rezar en apoyo a la iniciativa y para reclamar que hombres y mujeres puedan orar juntos en el santuario, también llamado en hebreo "Kotel".


En contraste, en la zona de rezo masculina, medio centenar de ultra-ortodoxos vestidos íntegramente de negro e indignados por el atrevimiento de las mujeres, elevan sobremanera sus propias voces para impedir que el "pecaminoso" canto de ellas llegue a sus oídos.

Algunos se acercan a gritarles improperios; les acusan de no ser judías, de ser una vergüenza para su pueblo y profanar el sagrado lugar, les llaman lesbianas o les echan maldiciones y aseguran que nunca tendrán hijos.


"Es parte de la ignorancia, de no estudiar a fondo las fuentes, que establecen que las mujeres están liberadas de algunos preceptos pero no que tengan prohibido cumplirlos", explica Sandra Kochmman, rabina del movimiento conservador y originaria de Uruguay.



Según ella, "las reglas que impedían a la mujer la participación en el culto son una cuestión de interpretación de la época. Hoy los textos deben interpretarse teniendo en cuenta que las mujeres forman parte de todas las esferas de la vida".

Tras hacer los rezos del alba, el nutrido grupo se desplaza al parque arqueológico adyacente para leer allí del rollo de la Torá, algo que tienen expresamente prohibido hacer en la plaza del Kotel.

Por ser mujeres.


Es una ceremonia sencilla y alegre, de la que también participan los hombres pero que es dirigida por ellas.

Cidor opina que "es imprescindible que el Muro Occidental sea de todos los judíos, no sólo de los más radicales", y entiende que la situación actual "es igual que lo que ocurre en Irán".

Los judíos extremistas, denuncia indignada, "han construido una barrera para separar a hombres y mujeres, no dejan entrar en Sabath a los discapacitados que usan silla de ruedas eléctrica e incluso prohíben a los cristianos entrar en la plaza con una cruz al cuello".

Pero su forma de entender el judaísmo está en un segundo plano en Israel donde, por el momento, seguirá siendo la ultra-ortodoxia la que dicte las normas en el Muro de las Lamentaciones, un lugar más en el mundo en el que la voz de las mujeres sigue estando silenciada. EFE aca/db-amg/gv

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