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La comunidad judía de EE UU se moviliza en contra de Obama

El principal grupo de apoyo a la causa hebrea cree que la Casa Blanca distrae la atención para no tener que «lidiar» con la crisis nuclear iraní

18.03.10 - 01:38 -

JUAN PABLO NÓBREGA | NUEVA YORK.

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No podía ser de otra manera y la vuelta de tuerca de Barack Obama a las relaciones de Estados Unidos con Israel a cuenta de la política de asentamientos del Gobierno de Benyamin Netanyahu en Jerusalén Este ha movilizado a los poderosos lobbies judíos en Washington y sus cientos de miles de seguidores a lo largo de todo EE UU. No todos incondicionales de la línea marcada por Tel Aviv, aunque los grupos más poderosos son aquellos que claman por un apoyo a la causa judía, no importa lo cerca o lejos que quede la paz con los palestinos.

En vísperas de su encuentro anual este fin de semana en la capital federal, la AIPAC (American Israeli Public Affairs Committee) se ha apresurado a condenar enérgicamente la dura reacción del Gobierno estadounidense al anuncio de nuevas viviendas en Cisjordania diciendo que «todo es una distracción para no lidiar con el programa nuclear iraní». Los miembros de AIPAC, lejos de analizar las contradicciones de la estrategia de Israel en Oriente Próximo, desconfían abiertamente de Obama a quien culpan una y otra vez de mantener una política demasiado blanda hacia el régimen de los ayatolás.

En una clave que entienden muy bien los líderes estadounidenses, AIPAC ha animado a la Administración a «dar pasos inmediato para atenuar la tensión con el Estado judío». Considerado el grupo con mayor influencia de cuantos existen en EE UU, AIPAC goza de un importante apoyo entre miembros del Congreso, tanto republicanos como demócratas. Sin ir más lejos, dos legisladores, el republicano Mark Kirk y el demócrata Christopher Carney, enviaron ayer una carta a la Casa Blanca para pedir a Obama que se abstenga de nuevas críticas públicas al Ejecutivo de Tel Aviv.

A la cita del principal lobby judío en EE UU este fin de semana acudirán algunas de esas personalidades, aunque las miradas estarán concentradas en los dos grandes protagonistas del reciente desencuentro, Hillary Clinton y Benyamin Netanyahu, que ha confirmado su participación. De ellos dependerá en buena medida que se suavicen los términos de un desencuentro que ha sido escenificado durante la semana son serias críticas desde Washington. Pese a las disculpas por la manera de proceder del Gabinete de Netanhayu durante la visita a Israel del vicepresidente, Joe Biden, la semana pasada, tanto Obama como Clinton no han dejado de mostrar su peor cara. David Axelrod, el principal asesor del presidente, no se mordió la lengua tampoco al declarar que el anuncio de construir 1.600 viviendas en Jerusalén «fue un insulto calculado para debilitar» el reinicio de las negociaciones entre con los palestinos, congeladas desde hace 14 meses.

Críticas «comprensibles»

Pero no todos los lobbies judíos norteamericanos se alinean sin reservas a favor del actual Gobierno conservador israelí. J. Street, una organización progresista dedicada a promover el diálogo entre israelíes y palestinos, apoyó las críticas de los asesores de Obama diciendo que habían sido «comprensibles y adecuadas», teniendo en cuenta que Washington trata de construir una coalición internacional que lidie con Irán, por lo que no puede aceptar que su credibilidad sea puesta en duda.

Entre las tesis de la conservadora AIPAC y las asociaciones progresistas, otro grupo, el Comité Judío de Estados Unidos, aseguró que Israel no debería tomarse el apoyo de EE UU como un derecho adquirido. De hecho, la comunidad judía norteamericana siguió con mucha atención los duros intercambios entre ambos países. Nadie había visto semejante tensión desde que EE UU se pronunció a favor de que Israel se retirara del Sinaí hace 35 años. Jeremy ben Ami, fundador de J. Street, sostiene que prevenir acciones provocativas que socaven el proceso de paz es una parte sustancial de la seguridad nacional norteamericana.