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¿Votaría usted por un ateo?
Mayo 06 de 2010

Circula en internet un mail que invita a vetar a Mockus porque es ateo, como lo declaró él mismo en una entrevista reciente. Dado mi interés en la religión y en la política, voy a terciar en el asunto.

Las religiones son claves en la configuración de las naciones porque contienen las cosmologías, las mitologías, el principio de la historia y los pilares del derecho de los pueblos. Además, constituyen una teoterapia invaluable para las tribulaciones de las personas.

Pero de aquí a sacar conclusiones sobre la idoneidad de una persona a partir de su filiación religiosa, hay mucho trecho. La historia está llena de asesinos profundamente religiosos (Hitler, Stalin, Mason, Garavito) y de ateos profundamente espirituales (Carl Sagan, Stephen Hawking, Bertrand Russell, Vargas Vila, Jorge Luis Borges).

Otra cosa es la explosiva combinación de religión y política. Desde las Cruzadas y la Inquisición hasta la Jihad (Guerra Santa) y la Guerra Preventiva, cada que un líder político menciona la palabra “Dios”, significa que van a correr ríos de sangre y que el respectivo Dios será el testaferro del Bush o del Osama del momento. Por eso la tendencia contemporánea, esto es, desde la Revolución Francesa hacia acá, consiste en separar las funciones de manera radical: que la política se encargue de lo público y que la religión se ocupe del aspecto más íntimo del individuo: la relación con su Dios.

La inclinación sexual –homo, hetero o bisexual– es otro aspecto que se considera hoy absolutamente privado, algo que no le compete al Estado [me refiero a personas y países civilizados, por supuesto, no a las costumbres de Afganistán ni a los prejuicios de don José Galat (¿qué muchacho le habrá roto el corazón a este machote?)].

Colombia no está lejos de Afganistán. La actual administración, rabiosamente católica, no vaciló en exhibir como trofeo de guerra la mano cercenada de un guerrillero. Los sicarios, se sabe, usan tres escapularios de la Virgen: uno para que les dé puntería, otro para que los proteja de todo mal y peligro y otro para que les paguen ‘la vuelta’. Mientras tanto Mockus, un ateo, repite tercamente que la vida es sagrada. Es algo que han repetido todos los candidatos siempre, es verdad. ¡La diferencia estriba en que a Mockus millones de colombianos se lo creemos!

Con todo, supongamos por un momento que un tribunal de sabios decida que el Presidente de Colombia debe ser un creyente. ¿A quién elegiríamos: un cristiano, un católico, un masón, un judío, un musulmán o un budista? Creo que el tribunal se decidiría por un candidato neutral, alguien que garantice la libertad de cultos, es decir, por un ateo. El último gran tribunal que se reunió en el país, la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, razonó en esta línea y decidió que Colombia no sería más una nación católica sino un estado laico, es decir, respetuoso de la diversidad religiosa. Desde ese año, a ningún colombiano se le pueden imponer obligaciones religiosas de ningún credo. Desde 1991 los colombianos son libres de adorar a Jesús, Shiva, Alá, Sidarta o al neutrino.

P.D.: La ‘oración’ más hermosa del mundo es de un ateo. “Todos los átomos que conforman nuestro cuerpo –el hierro de la sangre, el carbono del cerebro, el calcio de los huesos– se formaron hace miles de millones de años en estrellas gigantes rojas. Estamos hechos, pues, de polvo de estrellas”. Carl Sagan.